domingo, julio 24, 2011

Entre entrecotes y vino

Ya tenemos tres días en Aviñón y el maldito jetlag no cede. Me lo tengo que curar con una siesta en la tarde porque a las siete de la mañana ya estoy despierto y con la cabeza dando vueltas pensando si habré dejado la estufa prendida en casa.

Ruy hoy no quiso entrar a la casa de los tíos, me dijo que el olor era muy extraño. Siempre hemos intentado hablarle claro a los niños, y en esta ocasión tuve que explicar que es normal que los franceses se bañen poco, y que la casa tenga un olor constante a la cocina porque suele ser parte importante de su vida. Especialmente porque se trata de hombres de campo.

La Copia, buena amiga que me ayuda con la parte administrativa de la oficina también estudia para ser chef, y justo hace poco me explicaba que gracias a la guillotina de la Revolución, miles de chefs que trabajaban para la monarquía se quedaron desempleados de la noche a la mañana. Eso hizo que se difundiera entre la población en general el aprecio por la elaborada elaboración de elaborados platillos. Como es costumbre, nos recibieron en casa con no menos de cuatro platillos. La tía de Marianne me decía "estás con sobrepeso, come más queso. La coca-cola engorda, come más entrecót".

Después de la comida, a Marianne se le ocurrió la idea de jugar a las escondidas con los niños. No contaba que jugar a esconderse en una casa de doscientos años, en lo que fue un viñedo haría del juego una búsqueda larga, muy larga.

Mañana intentaremos ir a la ciudad amurallada, aunque nos lo desaconsejaron por estar demasiado poblada de turistas. ¿Qué acaso no lo somos nosotros?

Etiquetas: , , ,