lunes, octubre 02, 2006

Bife de dinosaurio

Ya he comentado sobre mi afición a coleccionar cosas, usualmente son objetos sin mucho valor pero que por alguna razón ayudan a que mi mente estructurada se sienta satisfecha. Desde hace muchos años he juntado una pequeña colección de fósiles, cuando chico en lugar de querer ser bombero quería ser paleontólogo y esa afición todavía la conservo e incluso cursé informalmente un semestre de paleontología en la facultad. Al igual que en mis otras colecciones no adquiero cosas caras, con algunas todavía no entiendo bien lo que son ya que a pesar de lo que se puede creer lo que más abundan son fósiles de pequeños invertebrados y plantas, pero he llegado a obtener un par de tesoros. En las islas Orkney nos encontramos en una tienda de marineros (suena más sucio de lo que fue en realidad) con un pedazo de colmillo de mamut y la otra pieza interesante es una amonita que todavía conserva partes con nacar.

Los fósiles son piedras por definición. En ciertas circunstancias y con mucho tiempo es posible que toda la materia orgánica de un tronco, huevo o un hueso enterrados sean reemplazados por un mineral, obteniendo una copia idéntica. La otra opción es que la materia orgánica desaparezca pero que se logre formar un molde mineral, lo que podría ser un negativo. La amonita de la foto se considera interesante justamente porque usualmente los minerales del objeto original también suelen desaparecer.

Hoy leo algo impresionante. Científicos tratando de transportar un fósil de T-rex lo rompen y descubren que en su interior había tejido blando de hace 70 millones de años, algo que ni pensado para Jurassic Park. Estoy seguro que esto va a causar un adelanto en la paleontología.