jueves, diciembre 23, 2010

El héroe de la película

Animar no es sólamente mover cosas, la meta es crear la ilusión de que las cosas tienen vida y da igual si es un pedazo de plastilina o un recorte de papel. Para lograr eso, el movimiento debe ocurrir por fuerzas internas y externas. Una fuerza externa puede ser la gravedad, una puerta que se cierra, una persona que empuja a otra, etc. Las fuerzas internas son las que vienen de pensar. Los animadores buscan siempre a lo que se llama el personaje que piensa (thinking character).

Uno de los retos a la hora de animar es poder entender el pensamiento, y saber que nada se debe mover a menos de que exista una razón. Un error que se repite mucho hasta en las películas que no son animadas.

El personaje que piensa, es decir todos, cree (creemos) que todo lo que hacemos está bien, todo tiene un motivo. Un mal manejo del personaje ocurre cuando se utilizan historias donde el actor debe ser alguien malo porque si, como la bruja de Blanca Nieves; ella simplemente es mala, envidiosa y quiere envenenar a la princesa. Pero en la realidad eso no existe, todos creemos que somos los heroes de nuestra historia personal, y todo lo que hacemos está basado instintivamente en sobrevivir.

Veamos el ejemplo del ex dictador Videla. A pesar de que ya ha sido condenado dos veces a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad, sigue pensando que sus acciones son correctas. Muy en su interior hay un razonamiento de sobrevivencia que le dice que no es malo, que sus decisiones fueron correctas.

Entonces lo que nos dicen los que saben de actuación, es saber entender que la gente no es mala o buena, simplemente toma buenas o malas decisiones, claro que todo esto no cuenta en el caso de los sociópatas. Lo que se necesita para poder crear esa fuerza interna en un personaje es además de ser empático con sus emociones, entender las decisiones de los individuos que vamos a encarnar.

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