domingo, septiembre 07, 2008

Historias de niños

Siendo niño escuchaba historias de mis padres de cuando ellos también eran pequeños y comían duraznos durante el caluroso verano de Santiago. Me acuerdo que mencionaban esos enormes y jugosos duraznos, que era una delicia morder y ver correr el jugo que corría por el brazo hasta el codo.

Me acuerdo haber comido kiwis comprados al señor que pasaba con una carreta, jalada por un caballo flaco. Eran tantos kiwis que la boca se quedaba irritada durante el resto del día.

No creo que pueda olvidar la imagen de Ruy subiéndose solo a la mesa del comedor y alcanzar por su cuenta un durazno, que al morder descubre le baja el jugo azucarado por el brazo, para luego poner una expresión de que eso es lo más maravilloso del mundo.

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