viernes, diciembre 19, 2008

Un viaje como a Fellini le hubiera gustado

Usualmente mis viajes inician un par de dìas antes de partir, cuando me entran sùbitas ganas de ya no ir, cuando me cuestiono si en realidad estoy interesado en alejarme y lo que me motiva a salir de casa. Ya en marcha se disipan todas las dudas. Es la primera vez en màs de treinta años que me encuentro con mis dos padres en Chile, porquè no sucediò antes, bueno, eso es algo que ni un sicoanalista captarìa.

Es nuestro primer vuelo con los dos niños y en mis sueños tenìa imàgenes de Ruy corriendo incansablemente durante ocho horas por los pasillos del aviòn, mientras Helena lloraba por el dolor producido por los cambios de presiòn. No sucediò asì, las horas transcurridas fueron cansadas pero tranquilas donde los niños no lloraron e incluso entendieron que no debìan moverse mucho de sus lugares. Al llegar al aeropuerto nos encontramos a varios conocidos y amigos que viajaban por la temporada a ver a sus familiares. Algunos estaban desconcertados porque ahora han reducido el limite màximo permitido en las maletas. En los mostradores se veian personas sacando urgentemente ropa y latas de chiles en conserva, como si tuvieran el mandato del capitàn para achicar el barco pirata y tirar las cosas por la borda.

Nos tocò asiento en la primera fila, porque pedimos una cuna de esas que se sujetan a la pared aunque Helena la utilizò solamente media hora, ella heredò mi sueño ligero al parecer. Ruy tambièn estuvo entretenido en el piso jugando con sus carritos. Como estàbamos a un lado del baño nos. tocaba la gente que estaba esperando su turno para entrar, no se pudo evitar esa plàtica incòmoda mientras se aguantanta la presiòn, creo que escuchè muchos comentarios extraños. Uno de ellos fue el de la mujer que al ver a Ruy completamente despierto me dice con cara de Cruella De Vil que tiene un hijo de tres años y que la noche anterior lo desvelò para que durmiera todo el trayecto. El pobre niño en relidad no durmiò y tenía cara de diputado despuès de la fiesta de fin de año.

Llevè a Helena un par de ocasiones donde se encontraban sentados los Simòn (una familia a la que le tengo mucho afecto), como era de esperarse Cecilia estaba encantada de ser niñera temporal, pero Gabriel su marido hacìa lo imposible porque Helena estuviera incòmoda. Al final no me resultò la estrategia.

Pasado mañana partimos hacia el desierto a visitar a mi abuelo. Dicen que nos esta esperando, yo tambièn quiero verlo.

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