lunes, diciembre 19, 2005

Monitos

Fue hace poco que recuperé el gusto por los las revistas con caricaturas, comics o como le quieran llamar. Cuando era chico gastaba todo mi domingo en revistas y uno que otro libro. Durante esos años las revistas se limitaban a historias sosas de Disney, La pequeña Lulú, etc. y poco después de perder el interés en ellas reaparecieron las historias de superheroes y desaparecieron las otras. Ahora la industria de los comics en México se ha consolidado en cierto sentido y estamos inundados de material gringo y japonés, que también es otro mundo.

Sin embargo durante mi chavalitud pude tener cierto acercamiento a los comics europeos. Hay varios que recuerdo con gusto como Tintin, Boule et Bill, Asterix y Obelix (recuerden que era niño) y ahora que he tenido oportunidad de entrar a tiendas de comics tanto en Europa como en América descubro que el mercado no sólo se dirige a niños, se pueden encontrar novelas gráficas con contenido variado, historias como las narraciones de los sobrevivientes de los campos de concentración en Polonia o policiacas superviolentas como Sin City. El gran problema al que me enfrento al entrar a esas tiendas (o a Comicastle) es que la variedad es tan grande que no se qué elegir y termino comprando lo conocido.

Sin embargo entre lo conocido siempre hay sorpresas, por ejemplo un número reciente de Asterix con viñetas que hicieron Goscinny y Uderzo en distintas décadas. Hay una prueba que hicieron para intentar vender sus historias en Estados Unidos pero que finalmente no cuajaron por la mismas diferencias de estilos y modo de trabajo que hay entre ambos continentes. Con esa experiencia previa los autores de Asterix dibujaron unas viñetas para burlarse del estilo de la revista Mad y otra que también se puede reconocer:


Descubrí recientemente que la mayoría de los comics erupeos son belgas, incluso muchos de aquellos que pensaba incorrectamente como franceses. Es intenteresante presenciar lo incrustado que se encuentra en su cultura la parte gráfica de los comics, al grado que uno ve murales en bardas o casas particulares con escenas clásicas, muchas veces con el patrocino de un pequeño negocio local.